Yo la esperé tremulante en mis oscuras noches
donde ni la luz de la luna detrás de la montaña alumbraba
y se sentía esta soledad inusitada que corría por mi venas,
hasta las anchuras de mi cuerpo y se desbordaban
por lo causes de la obscura noche que era mi única amiga.
Yo la esperé a la víspera del vacío sofocante de frío
y tras esas vertiginosas sombras de mi recuerdo
que era lo único que me queda para aferrarme
y no perderme en este vacío obscuro mar de mis miedos.
Yo la esperé ¡ay si la esperé! más de los que las aves esperan la primavera,
incesante este miedo que no quería irse de mí porque ya no estabas
quise escapar del lamento pero hasta con la penumbra del sol te recordaba
y cada hoja que caía del otoño era mis esperanzas esfumándose con su brisa.
En cada atardecer mientras caía la noche con una pluma te escribía te adoraba, te idolatraba;
hasta más no poder hasta sentir cada una de las palabras que escribía,
parecían mas no escritos de mi puño, si no de mi corazón y todos sus lamentos
parecían mas no escritos de mi puño, si no de mi corazón y todos sus lamentos
que carcomían hasta el infame infinito de mis adentros donde solo tu pudiste llegar.
Yo la esperé hasta sentirme preso de mis días, de mis horas, de mi tiempo...
sentí más miedo que cuando te vi alejarte de mí con todos mis sueños y mis besos
pensar que volverías como la primera pero ¡no! nunca lo hiciste y ¡nunca lo harás!,
ya sólo me queda escribirte junto al otoño y a las aves para recordarte una vez más.
ya sólo me queda escribirte junto al otoño y a las aves para recordarte una vez más.
28 de septiembre de 2014 a la(s) 13:52
Santiago Rosales ( S.R ) Todos los derechos reservados
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